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lunes, 9 de febrero de 2015

El día que Boza me enseñó su espejo


Carmen Boza es revolución. No lo digo yo, lo dicen los mecenas que esperan horas en la calle para entrar en sus conciertos. El éxito abrumador de su campaña crowfounding. Los sold out de las salas a donde va a tocar. Sus recién aparecidos haters. La curiosa venta de un disco vinilo suyo en Japón. Las letras de sus canciones. El sombrero negro que esconde bajo su forma a un auténtico fenómeno de hacer música.

¿Cómo estás viviendo y qué te está aportando la gira de “La Mansión de los Espejos”?
Con mucha alegría, agradecida y emocionada. La primera fase de la gira, que empezó en octubre, ya fué genial. Hicimos sold out en Galileo, conciertos especiales para mecenas… Casi todas las salas en las que estuvimos estaban o llenas o casi llenas. Está siendo algo increíble. Además, mi música está llegando a gente nueva que no me conocía de antes y eso es algo que me gusta bastante. 

Como bien has dicho, el día del estreno de tu disco llenaste una de las salas más importantes de Madrid…¿Cómo te sentiste al subir al escenario y ver a toda esa gente mirándote desde cada rincón del local? 
Solo había tocado una vez en la Galileo, en un concierto de Marwan. Es una sala mítica y enorme, además. Tiene un rollo a lo cabaret y ese día estaba preciosa. Lo prepararon muy bonito, con el escenario en medio de la sala…Era un ambiente muy íntimo. Yo estaba un poco acojonada cuando salí y ví a tanta gente. Pensé que si levantaba un altavoz me iban a salir tres mecenas (Risas). Fue guay, me sentí increíble aquel día. Fue una auténtica pasada.

Decidiste lanzar a Verkami la campaña  de crowfunding para tu disco, algo que resultó ser todo un éxito en unas pocas horas. ¿Cuál fue tu reacción ante ese momento?
Es tan brutal la respuesta que recibo de la gente a cualquier cosa que propongo o que quiero hacer que, en realidad, me siento todo el tiempo muy superada por todo. Me siento muy satisfecha de trabajar tanto por algo y además ver los resultados del público. Obviamente hay críticas, pero eso está bien, en parte. Me salen hasta haters. Pero en general cómo la gente responde a los conciertos, el crowfounding…Es increíble. No tendrían por qué hacer eso, ya que hay mucha gente haciendo lo mismo que yo. Hace dos años no quería tocar más y sin embargo, ahora estoy encantada. 

¿Qué tipo de relación guardas con tus fans? ¿Y tus fieles mecenas?
Es complicado mantener una relación como tal desde un punto virtual, propiamente dicho. Pero a nivel emocional, lo que me une a “esa gente”, que no tienen cara ni nombre, es algo que cada vez crece más. Además, algunas de esas personas vienen a todos los conciertos que hago, ya sea en promos, radio…Es algo muy importante para mí. No es algo circunstancial, hay gente que de verdad flipa con lo que hago. Yo les doy todo el tiempo lo mejor de mí, las mejores canciones que puedo hacer, y ellos me lo dan todo viniendo a mis conciertos, esperan colas, se quedan de pie aguardándome tras los directos…No es una relación como tal, pero es algo intenso. Yo les necesito a ellos y quiero creer que ellos me necesitan a mí de alguna manera. La gente que me sigue es lo que hace que pueda seguir adelante.

¿Desde cuando escribes canciones y de dónde te viene esa afición por la música?
Escribo desde los 17 años. Empecé a tocar con 15. Al principio aprendí a tocar canciones de otros. Me creía incapaz de hacer una canción propia, siempre he sido más torpe escribiendo textos y letras que tocando la guitarra. Leía muy poco, veía muy poco cine… Yo tocaba la guitarra, simplemente. A la edad de 17 comencé a escribir frases y melodías. Aunque no creo que estemos predestinados para algo, salvo los grandes genios de la música, lo mejor que he podido hacer en mi vida ha sido hacer música y escribir canciones. Hasta el momento,  creo que es lo que mejor se me da. Recuerdo que cuando terminé de escribir mi primera canción no me lo podía creer. Había hecho lo que hacían los cantantes que yo escuchaba…Era como algo mágico. 

En una entrevista en “Un lugar llamado mundo”, junto a Patricia Lázaro afirmabas que te gustaba más tocar la guitarra que cantar, un hecho que me sorprende personalmente al venir de un cantautor. ¿Quién te enseñó a tocar la guitarra y te influenció a la hora de hacer música?
Creo que ahora me gusta más el conjunto de voz y guitarra... Me gustó más en su día tocar la guitarra porque lo dominaba mejor, ya que cantar es una tarea muy complicada. Aprendí a tocar con un amigo cuando era adolescente, pero en realidad creo que aprendí del todo con un libro de guitarra, un manual con fotos de manos sobre los trates. También veía vídeos de AOL sessions y los conciertos en acústico de Avril Lavigne, que por aquel entonces me encantaba. Yo miraba sobretodo a su guitarrista, para ver qué acordes ponía y así aprendérmelos.  

¿Te tiemblan las manos antes de un concierto?
Antes decía que no, pero me he dado cuenta que es mentira. Cuando faltan cinco minutos antes del concierto me pongo muy mal, no puedo comer ni nada, me agobio. Aún así, cuando salgo y empiezo a tocar, ya se me va. Es algo raro, una sensación que no sé si me gusta o no, pero me tranquiliza que pase.

Llevas años haciendo canciones. ¿Descubres una nueva vuelta de tuerca cuando escuchas algunas de tus temas?¿Existe alguna pieza que tras los años haya cobrado un sentido hasta entonces oculto?
Me pasa todo el tiempo. Casi nunca he escrito queriendo decir algo, es más bien un acto automático. Escribo y entro como en una especie de trance. Las canciones me usan a mí para escribirse. A veces me ha pasado que he escrito una letra y al cabo del tiempo he descubierto que hablaba de algo en particular. Me gusta eso, pensar que hay algo por encima de mí, que es la música, que me usa y me conecta con algo que hace que mis canciones le gusten a la gente. 

¿Qué te inspira? ¿Qué haces para inspirarte?
En general, soy bastante sensible a lo que pasa en la calle. Cuando paseo, observo todo lo que pasa a mi alrededor. Madrid es una ciudad muy estimulante en ese sentido. Eso me inspira mucho, no tanto a la hora de escribir canciones, pero dejo que las cosas que hagan mella. La gente, los conciertos a los que voy…Noto que con el tiempo soy más sensible a todo lo que me rodea. Dejo que todo modifique a la persona que soy, de alguna manera. 

Leí en una entrevista que decías que no sabías hacer otra cosa que no fueran canciones. ¿Alguna vez te planteaste abandonar tu carrera como cantautora y dedicarte a otra cosa completamente diferente?
Antes de tocar no tenía ningún tipo de aspiración a ser músico, fue algo que fue evolucionando con el tiempo. Después de tomar esta inercia, de hacer canciones con el fin de mejorar con el instrumento y como letrista, nunca me he planteado dejarlo a un lado. He hecho parones, debido a la lucha constante de hacer canciones. Sin embargo, para mí no tendría sentido hacer otra cosa. 

Has escogido un camino que no es fácil, como es la vida del artista. ¿Siempre has recibido el apoyo incondicional de los tuyos o alguna vez han intentado frenar tus ganas de vivir a base de canciones?
En realidad sería muy osado que otra persona intente frenar tus ganas de hacer algo. En mi caso, nunca he conocido a nadie que fuera tan infeliz o tan agrio para decirme que no continuara con lo que estaba haciendo. Tampoco me afecta mucho que “fulano” venga y me diga que lo que hago está mal.

Antes de llegar a la capital e instalar aquí tu vida, pasaste algunos meses en Málaga. ¿Qué significa para ti esa ciudad a día de hoy?
Me encantó todo el tiempo que estuve viviendo allí. Conseguí un curro y me fuí de La Línea, que era  algo de lo que tenía ganas. Málaga me dió la oportunidad de no morirme ahí, de ver quién era yo, de valerme por mí misma. Allí aprendí muchas cosas, por ejemplo, en la Rebotica, una asociación de cantautores. Aprendí mucho de la gente de allí, de amigos… Fue algo crucial. Gracias a ello descubrí que era capaz de valerme por mí misma, de ir a cualquier parte sola… Ir a Málaga me dio la fuerza necesaria para después venirme a vivir a Madrid. 

Hay canciones que, por desgracia, se han quedado fuera del disco. Recuerdo que en la Galileo entonaste un tema junto a tu compañero Tony, “Salpicaduras”, que fue muy bien acogido por los que estábamos allí. ¿Piensas enseñar alguna de esas piezas que se quedaron en el tintero a través de un vídeo o de un EP?
Hay dos canciones inéditas que no se incluyeron en el disco. La canción de la que hablas no se pudo publicar, debido a las limitaciones físicas del vinilo. No descarto la posibilidad de sacarlas algún día en un EP. Ahora mismo estoy apunto de enviar a los mecenas del crowfounding un EP de 9 canciones, una versión en acústica en especial para ellos, con temas como “Canción A”, “De lirios y de éxtasis", ...

¿Dónde ves a Boza de aquí a un par de años?
Preparando la grabación del siguiente disco. Me veo tocando, ojalá pueda seguir con esto. Antes de grabar el siguiente disco me encantaría viajar a Latinoamérica. Me escribe gente de fuera de Colombia, Argentina…Incluso me han comprado un disco desde Japón. Estaría genial hacerme un tour por bares como en los viejos tiempos. 

¿Qué expectativas tenías cuando subiste tu primer vídeo a Youtube? ¿Imaginabas por aquel entonces que tu pequeño proyecto como cantautora en la red desembocaría en lo que estás viviendo a día de hoy?
La verdad es que no. Abrí mi canal en 2009. En ese momento, no estábamos acostumbrados a que algo en las redes sociales se hiciese tan viral como ahora. No tenía ningún tipo de expectativa. Ahora, cuando subes un vídeo estás pensando inevitablemente en cuántos likes va a tener, cuánta gente va a comentar… En ese momento yo tenía un Tuenti y puse un evento ahí, como para mandárselo a todos mis amigos de la red. En muy poco tiempo tenía más de 20.000 invitados al evento.

Si tuvieras que elegir una canción que te definiera a la perfección, ¿cuál sería?
Creo que “Culpa y castigo”, el track dos del nuevo disco. La escogería por la letra, por la producción… Por todo, en verdad. Ha sido un experimento total. Es una canción que eran originalmente dos trozos que acabaron siendo uno solo. Creo que explica un poco mi personalidad. Cómo ha acabado sonando este disco y dónde se nota una evolución que va a hacia algo interesante, desde mi punto de vista.

Hay canciones que ya no suenan tanto en tus directos (“A la altura justa de tus ojos”, “Crisis de luz”, ...) ¿esto se debe a que forman parte de un capitulo de tu vida diferente a lo que estás viviendo ahora o que simplemente te quieres centrar en tus nuevos temas?
En realidad lo que pasa es que mis canciones y mi música siempre han sido una respuesta a mi evolución como músico y como persona. De alguna manera, esas canciones tenían sentido cuando lo tenían, cuando a mí me parecían buenas canciones. Ahora no me estimulan, pero sin embargo, me podría pasar directamente con cualquier canción de este disco. Consideraría un error seguir tocándolas simplemente porque a la gente les gusta. 

En “La Mansión de los Espejos” has incluido canciones antiguas, como “El Ejército”, “Nana Noir” u “Octubre”… ¿por qué escogiste estas canciones y no otras?
Porque son canciones que, aunque no necesariamente son las más buenas, pienso que siguen teniendo vigencia para mí a nivel artístico. Creo que estas canciones conservan un punto que yo quiero mostrar, una parte mí como compositora que quiero que se vea en mi nuevo disco. 

En el vídeo de presentación de tu nuevo proyecto afirmaste que “no tenías un plan, pero tenías un sueño”. Supongo que, una vez cumplido, te habrás planteado nuevas metas que alcanzar.
Mi meta es, como dice la frase completa: “No tengo un plan, pero tengo un sueño: hacer lo que quiero, como yo quiero”. Eso es lo que estoy haciendo, hacer un disco como yo quiero. Mi meta es seguir haciendo esto, que no necesariamente tiene que ser un desarrollo lógico… A lo mejor dentro de poco, me apetece hacer algo en inglés o en instrumental. Mi meta es, si quiero hacer algo, hacer realmente eso, independientemente del éxito que tenga. Para mí estoy viviendo el éxito, aunque no sea un fenómeno mediático. He alcanzado todas mis metas. Se puede acabar aquí el juego. 

Has tenido la suerte y la oportunidad de tocar junto a artistas como Leiva, Zahara… De todos ellos, ¿con cual sentiste que tenías mayor complicidad? 
La persona con la que más me gustó colaborar fue Fon Román, ex miembro de Los Piratas, que es para mí uno de los mejores compositores que hay y un muy buen guitarrista. Venía escuchando su trabajo desde hacía tiempo y además le pude telonear. Con Leiva también fue genial, le veía tocando mis canciones y me decía “- Me encanta tía…”. (Risas). Es una puta suerte las cosas que me pasan. Con Zahara igual. Me parece una letrista genial y canta muy bien. 

¿Qué consejo les darías a los jóvenes artistas que se inician en la música al igual que tú hiciste en su día?
Que se centren en la música y no en ser artistas. Es muy fácil caer en medir el éxito según la repercusión  mediática que uno tiene. Si quieres trascender o hacer algo mínimamente relevante, tiene que haber una búsqueda importante detrás. Hay que matarse por encontrar algo, que aunque no sepas que es, está ahí. Hay que tener afán por mejorar todo el tiempo. Quedarse con los cumplidos, pero no acariciarlos. Es decir, ser realista, pero currar mucho, en casa, cuando nadie te ve. Hay una frase que dice: “La inspiración te pilla trabajando y la suerte, también”. Si no bajas a comprar un cupón, no te va a tocar nunca. Ser, a fin de cuentas, como un iceberg, que todos los demás vean la punta, pero que lo que quede por debajo sea inmenso. 

Supongo que convivir con la música deber de ser una tarea bonita al mismo tiempo que bastante compleja… ¿cuál ha sido tu mejor y tu peor experiencia a lo largo de tu carrera como cantautora?
Mi peor experiencia ha sido esta parte pública que conlleva hacer conciertos y ser un personaje. Tiene una parte que mola, que te alimenta el ego. Es muy bonito, pero pesa. La mejor es lo contrario, el disfrute personal de interactuar con la música. Y por supuesto, poder conocer y llegar a tanta gente.

¿Qué te impide dormir?
Hace poco me mudé y la noche antes no pude dormir. Aun así, no soy insomne. No hay nada que me preocupe en demasía. Creo que es bueno, porque significa que no le doy demasiada importancia a las cosas. Una vez leí algo de Antonio Gala que decía que la clave de la felicidad está en darse cuenta de que nada es demasiado importante. No sé si tendrá razón o no, pero a mí me parece un buen punto de partida.

Como dijo el grande de Jorge Drexler, una canción me trajo hasta aquí. Escuché por primera vez a Carmen hace muchos veranos, cuando las melodías se pasaban a los móviles por infrarrojo y los sms eran imposibles de comprender. Llevo años siguiendo a la misteriosa chica de moño desenfadado que entonaba frente a una webcam dejándose los dedos sobre las cuerdas de su guitarra. Y es ahora, un miércoles cualquiera en un café de Malasaña, cuando al fin le pongo cara e intento descifrar quién es la mujer que ha hecho que consiga descubrirme a mí misma a través de su poesía.

Qué sabemos de los espejos si cada reflejo es distinto según quien se asome a ellos. Para una persona, Boza puede significar refugio y desconexión. Para otra, la banda sonora de una ducha mañanera. Incluso, para algunos, la indie petarda del momento. Qué importa todo eso.

Se llama Boza y hace canciones. Yo que sé.



Ana Romero Fernández.
(@Anarmro)

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