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lunes, 16 de marzo de 2015

The New Raemon por todo lo alto

13-03-2015. Joy Eslava (Madrid)


Zapatos nuevos, pantalón oscuro, camiseta roja de la gira asomando bajo la chaqueta de traje blanca y una sonrisa de oreja a oreja. Así llegaba Ramón Rodríguez a la sala Joy Eslava, disculpándose por llegar tarde porque ser "el chico para todo" también incluye estar al volante de la furgoneta cuando se recorren toda la geografía nacional. "Bienvenidos al indie", bromeó, y así , con tono amable y desenfadado, comenzó con 'Una historia real'. Podríamos hacer muchos juegos de palabras con los títulos de las canciones y las sensaciones que empaparon en apenas dos horas el ambiente pero no hace falta decir más que Oh, rompehielos es justo lo que Ramón, The New Raemon y el público necesitaba. Ni las malas lenguas ni el viernes 13 pudieron con ellos: querían romper con los tópicos y con humor, anécdotas y una pizca de improvisación, demostraron que son mucho más que dramas y derrotas personales como muchos apuntaban. Igual que la vida misma. 

Ramón no estaba solo en el escenario. Le acompañaban Marc Prats al teclado, Lluis Cots a la batería, Javi Vega al bajo, Pablo Garrido a la guitarra y Marc Clos al xilófono y detrás de una larga lista de instrumentos de percusión indescriptibles que nos dejaron a todos con la boca abierta. Canciones del último disco como 'Oh, rompehielos', 'Reina del Amazonas', 'El Yeti' y 'Quimera' fueron las primeras en sonar. Una apuesta arriesgada para inaugurar la noche pero que dejó ver la seguridad y la confianza con la que la banda volvía a los escenarios. Vibrantes y coreadas todas. Entre risas, surgió espontáneamente 'Bailar pegados' de Sergio Dalma y el público, que no pudo resistirse a cantar esta también, ya no supo parar en lo que quedaba de concierto porque los clásicos vinieron uno detrás de otro. 'Sucedáneos', 'La ofensa', 'Risas enlatadas', 'Lo bello y lo bestia', 'El cau del pescador' entre otras canciones, bromas, imitaciones, menciones a Beetlejuice y más sorpresas. 

La ironía, el humor de Ramón y ese saber ver el lado bueno de las cosas le permitieron hasta salir airoso del olvido de la letra de 'Elena-na', que acabó fusionando con unas estrofas de 'Wicked game' de Chris Isaak. La banda fue abandonando su lugar en el escenario y todos en la sala, asustados, se miraban buscando una explicación que no fuera que estaba llegando el final cuando de repente Ramón invitó a un amigo a subir al escenario: Miguel Riveras (antes en Maga). Por primera vez, el público enmudeció, atento a una versión en acústico de 'La dimensión desconocida' entre los dos. 

Aún les quedaban un par de canciones en el bolsillo y unas cuantas risas más. La receta perfecta para una actuación impecable, siempre con cariño y desde muy cerca. Y es que a pesar de todas las personas que se subieron esa noche al escenario y de las otras tantas que formaban el público, de una manera u otra, porque así lo piden las canciones de The New Raemon, podíamos sentir que éramos uno. Porque todos alguna vez nos vemos reflejados en las vidas de otro y del mismo modo nos sentimos identificados con sus letras y eso se podía medir en las miradas de complicidad, las sonrisas, las carcajadas, los aplausos, los coros a medias. 


'La cafetera' parecía poner fin a la noche... pero no todo es lo que parece. Minutos más tarde volvía Ramón con una guitarra y fue incorporándose progresivamente el resto de la banda. The New Raemon se despedía con 'Tú, Garfunkel'. Por todo lo alto.




Laura Laplana Rubio.

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