Los chicos de La Sonrisa de Julia despiden sus 11 años de carrera en El Gran Café de León y Marcos queda con nosotros después del concierto para explicarnos el porqué de su fin entre otras cosas.
La pregunta que no puede faltar a día de hoy es evidente, ¿por qué se acaba La Sonrisa?
Aunque ha sido una etapa muy chula, tenemos la necesidad de sentirnos absolutamente libres a la hora de empezar a hacer cosas. La Sonrisa de Julia está ahí detrás a la hora de componer, pero hemos cortado la relación con nuestra discográfica porque hacer un disco cada dos años se queda muy limitado. Queremos hacer las cosas de una manera nueva a la hora de crear, de llegar a la gente, de expresarnos y nos apetece también tener esa excitación de ‘parto de cero’. Era una necesidad personal.
En algún sitio habéis dicho que esto son unas vacaciones con billete de ida.
Como nos llevamos muy bien con toda la banda y sinceramente por fin hemos conseguido un directo en el que yo me siento a gusto después de 11 años, tampoco vamos a renunciar a tocar. Si algún día nos ofrecen algún concierto lo daremos, como amigos que somos. No puedes decir ‘no voy a volver nunca’, pero es un viaje que tiene pinta de ser solo de ida, me extraña que haya vuelta. Lo cual no quiere decir que un día si nos apetezca tocar, no toquemos. Es más, la primera canción que he grabado del proyecto nuevo la he grabado con Raúl en el local que compartimos. Yo pienso en un directo y veo a esta banda. Es una cuestión más de cambio de embarcación, no cambios de tripulación.
El barco de Julia ya tiene muchos años entonces.
Sí, y sobretodo ha impedido que ocurran otras cosas, que seguramente ahora van a ocurrir.
Pero la tripulación de La sonrisa de Julia ha ido cambiando a lo largo del tiempo, no empezó con vosotros cuatro.
No, empezó con otros cuatro y por suerte han pasado músicos muy interesantes de los que hemos aprendido mucho. Pero sinceramente, yo nunca he sido tan feliz como ahora a nivel de banda. Por eso el fin no tiene nada que ver con algo personal entre nosotros, por nosotros seguiríamos.
También habéis contado con muchas colaboraciones.
Pues desde gente conocida como Iván Ferreiro, Mikel Erentxun, El Pescao, Alberto Jiménez de Miss Caffeina, Guillermo Galván de Vetusta, Rebeca Jiménez… Y otra gente que no tan conocida como Miguel Herrero que es un músico espectacular –toca la trompeta y el bajo en ‘El hombre’-, Juanín que es muy amigo mío y una bellísima persona -a demás tiene unos proyectos musicales espectaculares-, Diego Rojo y Curro Morales que empezaron con nosotros, Víctor Antón guitarrista, Jacob al bajo, Mario y hasta Matías Edison al bajo también… Y los que se nos olvidan ahora mismo.
Hemos tenido suerte durante estos años de tocar con mucha gente. Con aquel con el que nos hemos cruzado y nos lo hemos pasado bien, hemos hecho cosas.
Cada persona puede pensar una cosa distinta. Yo conozco gente que en el tercer disco ‘Bipolar’ encuentra lo mejor de La Sonrisa de Julia, gente cuyo gusto hace que el último disco ‘El viaje del sonámbulo’ sea con el que se queden y otros que creen que ‘El hombre que olvidó su nombre’ es el mejor.
Lo que yo interpreto a día de hoy es que para nosotros el principal motivo de mejora ha sido disfrutar cada vez más de lo verdaderamente musical, de los instantes tocando, de nuestros compañeros porque hemos encontrado la banda adecuada… Con cada disco hemos ido pretendiendo un poquito menos y creo que ha asomado un poquito más lo que somos. Y ese ha sido nuestro pequeño aprendizaje. Hemos aprendido muchas cosas de música y de producción que también están guays, pero sobre todo aplicándolo al hecho de pasárnoslo bien.
Al fin y al cabo eso es lo importante, ¿no?
Siempre, pero en la música hay ciertas cosas, en mi opinión, que también tienen importancia, como jugar contra tu ego. Cuando tu ego aparece, la calidad disminuye. Apareces tú menos y aparece más lo que esperan los demás de ti. Y bueno, creo que cada vez aparecemos más nosotros y menos nuestro ego.
¿Con cuál disco te quedarías?
Si me tuviera que quedar con uno… No sé, cada uno me gusta por motivos distintos, pero igual me quedaría con ‘El hombre que olvidó su nombre’. Creo que personalmente a nivel canciones es el que mejor está.
¿Y canción de ‘El hombre que olvido su nombre’?
Naufrago. Me gusta Hay alguien más ahí, me gusta Puedo, me gusta Loco, me gusta Extraño, me gusta América… América me gusta mucho, me encanta. Pero la más importante para mi es Naufrago.
Cambiando un poco de tema, lo que se ha vuelto rutina en el panorama musical es moverse por la capital en busca de un hueco, pero vosotros habéis ido de Madrid a Cantabria, ¿por qué?
Yo vivía en Cantabria, me fui a Oviedo a estudiar y de allí me fui a Madrid. En Madrid conocí a Raúl, a Diego y a Curro y empezamos con La Sonrisa. Pero sí que es cierto que al cabo de unos años nos fuimos primero yo y luego Raúl también –que él es madrileño, tiene más pecado todavía- a un pueblecito de Cantabria llamado Loredo que es maravilloso y que recomiendo a todo el mundo. Mario es de Santander, pero estudió en Madrid, luego en Miami, volvió a Madrid otra vez y terminó en Cantabria.
El camino de ir a Madrid a buscar oportunidades lo hemos utilizado. Fuimos a estudiar, a conocer gente y a movernos por allí en la movida musical. Lo que pasa es que en mi caso, una vez lo conocí, me empecé a repetir. Ya había conocido lo que quería conocer, me lo había pasado muy bien, empezaba a repetirme y cuando me repito me empieza a entrar agobio y por eso me fui a lo contrario. Madrid es una ciudad socialmente maravillosa y humanamente maravillosa, pero hay muchos seres humanos. Y si buscas otra cosa en Madrid es un poco complicado. Muchas veces lo digo, que el mundo va mucho más allá de los humanos, hay cosas que no son humanas, que forman parte del mundo y que están ahí.
León, curiosamente es una ciudad que después de 9 años como grupo no habíamos tocado nunca. Vinimos Raúl y yo hace 2 años y tuvimos una buena experiencia tanto con la gente del local -que eso es importante cuando vas a tocar a un sitio, el trato con los dueños y los que curran allí- como con el público, y dijimos: Antes de irnos, tenemos que volver a León, ya que hemos pasado 9 años sin venir, los últimos dos hay que repetir. Y porque nos pilla cerca de casa también.
Aunque se vaya La Sonrisa, os quedan cosas por hacer y habéis comentado que ya hay algo grabado.
Si, Raúl y yo el año pasado grabamos un disco de rock para niños. Bueno, para niños no, para ‘no adultos’. Como podéis comprobar yo me considero uno de ellos. Llevo la chaqueta de Michael Knight y una pegatina en la mano del mejor amigo de Rayo McQueen de la película de Cars, disfrazado del Capitán América. Y ya. Y esto venía a cuento de… ¿qué? (risas)
El disco de rock para ‘no adultos’. Hay mucho ‘no adulto’ que puede que lo esté esperando, ¿cuándo verá la luz?
Enseguida.
Entonces una parte de vuestros nuevos proyectos estará dedicado a los niños.
Hay una parte infantil que nos ha tocado por el momento, al estar muy relacionados con niños y nos parece un mundo maravilloso, que además nos ayuda en no caer en un rollo pureta. Y luego la parte adulta que también tenemos y que esa todavía no tiene ni nombre. Bueno, si lo tiene pero no lo quiero decir. Eso es parte de las cosas que yo tengo entre manos pero también están Raúl y Mario con su grupo Chico y sus cosas. La Sonrisa de Julia se despide, pero nosotros no.
Mélani Morán (@mel_mc888).
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