A menudo las cosas extraordinarias parecen no tener explicación pero lo mejor entonces, lo importante, es dejar de preocuparse por encontrar una y disfrutar. Muchos se preguntan cómo Izal, con tan sólo dos álbumes y cinco años de carrera musical, ha llegado tan alto en tan poco tiempo. La respuesta en este caso, como con las cosas extraordinarias, es lo de menos, pero eso sí, quien haya estado en un directo suyo no necesita cuestionárselo.
Lo demostraron el sábado en el Barclays Center, antiguo Palacio de los Deportes, ante 12.000 personas. Izal ya había anunciado que este fin de gira en Madrid estaría repleto de sorpresas y la emoción se sentía incluso en las enormes colas a la entrada del recinto horas antes de que abrieran las puertas. Cyan se encargó de inaugurar la noche con un par de canciones mientras pista y gradas parecían no dejar de llenarse. Poco después aparecerían los chicos de Izal en el escenario. Se veían entre el público sonrisas impacientes y expectantes, conscientes de que lo que vendría a continuación sería algo increíble (y no se equivocaban). Era una sensación de felicidad sincera y contagiosa que no decayó en toda la noche, lo aseguro. Empezaron con "Jenna Fischer" y alternaron canciones de Teletransporte, Magia y efectos especiales y Agujeros de gusano. Sonaron también temas nuevos que estarán en su próximo trabajo como "En aire y hueso", que ya habían tocado en otros conciertos de la gira y cercano al final de la noche "Hacia el Norte", que presentaban por primera vez al público, con sólo dos semanas de ensayo detrás. Las sorpresas fueron llegando, o más bien saliendo al escenario porque la banda estuvo muy bien acompañada: Jairo Zavalo (Depedro) en "Palos de ciego", la guitarra de Juan Aguirre (Amaral) en "Magia y efectos especiales" y la voz de Carmen París (Premio Nacional de Músicas Actuales 2014) en "Agujeros de gusano".
El problema muchas veces de los conciertos, como decía Mikel Izal, el cantante, es quedarse con las
ganas de tocar algunas canciones por falta de tiempo así que los chicos se acercaron a la primera fila del escenario con la solución y se adentraron en el ecuador de la noche con tres versiones acústicas: "Sueños lentos, aviones veloces", "A los que volveremos" y "Eco". Unos minutos más cercanos y cálidos antes de seguir con "Ockham". Todas las canciones fueron coreadas, saltadas y bailadas, con el Palacio a punto de caer, como aclamaba el grupo. El final de la velada acechaba con "Despedida", aunque no fue esa la última. "Prueba y error" vino después y cerraron con "La mujer de verde".
Un total de 25 canciones, risas y sobre todo ganas de dejarse la voz, los pies y la piel. Tanto la banda como el público, aquí no hay distinción entre pista y escenario. Izal son cinco chicos normales que con un EP, dos álbumes y cinco años en la música han reunido a 12.000 personas en una noche; son letras pegadizas, amables, con fuerza, plenas; son ganas de cantar, gritar, bailar, correr, saltar, volar, vivir. Entre canción y canción en una ocasión dijo Mikel: "Nos gusta demasiado la música como para parar". Así que después de este gran concierto sólo queda añadir: amén y hasta pronto.
El problema muchas veces de los conciertos, como decía Mikel Izal, el cantante, es quedarse con las
ganas de tocar algunas canciones por falta de tiempo así que los chicos se acercaron a la primera fila del escenario con la solución y se adentraron en el ecuador de la noche con tres versiones acústicas: "Sueños lentos, aviones veloces", "A los que volveremos" y "Eco". Unos minutos más cercanos y cálidos antes de seguir con "Ockham". Todas las canciones fueron coreadas, saltadas y bailadas, con el Palacio a punto de caer, como aclamaba el grupo. El final de la velada acechaba con "Despedida", aunque no fue esa la última. "Prueba y error" vino después y cerraron con "La mujer de verde".
Laura Laplana
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